Más o menos, el plexiglás es como unas 30 veces más resistente a los impactos que el vidrio, pero ¿es esto realmente verdad y cómo funciona en el día a día? Para poder responder adecuadamente a estas preguntas, lo primero que tenemos que hacer es conocer los diferentes tipos de carga que pueden soportar estos materiales.
En el ámbito de la ingeniería mecánica conocemos tres tipos de carga: estática, dinámica y de salto. Si nos fijamos exclusivamente en la carga que puede soportar el acristalamiento (tanto el vidrio como el policarbonato o el acrílico), la carga dinámica y de salto son especialmente importantes.
La carga dinámica está causada por la fuerza del viento y por las diferencias de presión a ambos lados del acristalamiento. Nos basta con mirar una ventana dentro de un espacio cerrado para ver cómo se mueve cuando se abre de repente una puerta. Aunque el movimiento sea pequeño, esta carga es mucho más pesada para el vidrio.
Capacidad de carga frente al impacto
Si observamos la capacidad de carga del acrílico, podemos afirmar que el peso necesario para romper una lámina de este material suele ser unas 30 veces mayor que el de una lámina de vidrio del mismo grosor. Supongamos que un cristal de 1 metro de ancho y 3 milímetros de grosor se rompe con un peso de 1 kilo. Para romper una lámina acrílica de 3 milímetros de grosor se necesitará un peso de unos 30 kilos. Esta es la gran diferencia.
Aquí está la razón principal por la que el acrílico se utiliza frecuentemente en estructuras de carga y de gran peso, como pueden ser las vitrinas y los acuarios.
La resistencia a los saltos de carga es crucial. Si el acristalamiento recibe un golpe repentino debemos saber que el vidrio, probablemente, se rompa casi de inmediato. Sin embargo, el acrílico al ser más flexible se acabará deformando (o doblando) por la fuerza.
La energía del impacto se convierte en distorsión, algo que el vidrio solo puede hacer de forma muy limitada. Si el acrílico se curva al máximo, se acabará rompiendo, pero se necesita mucha energía para alcanzar esa proporción de flexión máxima. Una piedra lanzada contra el acrílico rebotará con la misma fuerza, lo mismo que ocurre si das un puñetazo. Aunque se alcance la relación de flexión máxima, la fuerza para romper la superficie seguirá siendo 30 veces mayor en comparación con la del vidrio.